La línea entre el sueño y la
realidad es tan delgada, casi invisible. Yo camino en zigzag, voy entre mi obligación
con la realidad y los que residen en ella y la satisfacción de la fantasía. No
son mas felices aquellos que viven en ella? Si, lo son. Pero son tachados de
locos y encerrados en un manicomio, pero está bien, siguen en el país de las maravillas, donde todo el
posible, donde la felicidad es algo palpable en el aire y el hombre por el que
suspiras nada mas despertarte te corresponde. Donde los sentimientos
autodestructivos no existen y reinan la paz y la tranquilidad. Donde no hace
falta cortarse o vomitar para que el dolor psicológico se desvanezca por que simplemente, en ese lugar, no existe
tal cosa llamada dolor. Bien, por que no irse allí, es cobardía? Cobardía a
dejar todo lo que queda detrás? Que queda detrás? O es valentía? Es enfrentarse
a la realidad de frente, aunque te gane y destruya tu corazón y alma? Que es?
Quien lo sabe? Todo es demasiado relativo y complicado.
Mi valentía se fue, mi fuerza de
voluntad me abandono y mi dolor se quedo, llenando el enorme vacío que dejaron
al marcharse. Queda sitio para la felicidad, no, no lo se, supongo, quizás,
espero, si . Si, y también para la esperanza. Y sabéis como lo se? Por que ayer
paso algo hermoso, fueron solo unos minutos, pero llore. Llore mis niñas. Después
de meses sufriendo, ahogándome en lágrimas que no salían a la superficie. Lo hice,
llore. Puedo sonreír por inercia, puedo reír
a carcajadas aunque por dentro este muerta. Pero llorar? No, eso no. Eso me
dice que sigo viva, que aún queda esperanza.
Esperanza queridas, no la perdáis. A veces esa chispita
brillante que reside en lo mas profundo de tu ser, llega a doler. Pero si perdemos
eso, entonces no nos quedara nada.
Bluerose os quiere, no lo olvidéis.